Ante la situación particular del tiempo que nos toca transitar y protagonizar, debido a la emergencia sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19, desde Cáritas Diocesana seguimos trabajando para acompañar, sostener y asistir a las comunidades de nuestro territorio. Somos conscientes que esta problemática de la pandemia nos atraviesa a todos y afecta especialmente a los más débiles y vulnerables.
En este contexto, como Iglesia Católica y desde Cáritas diocesana, la primera actitud que tuvimos fue el acatamiento de las disposiciones del Estado, y poner en práctica aquellas que desde el Obispado de Rafaela se enviaron. Se suspendieron las actividades que habitualmente realizan todas las Cáritas; también se nos alentó a seguir acompañando espiritual y materialmente a los hermanos más necesitados, particularmente los ancianos y los más pobres.
Nuestro servicio en este tiempo se vio marcado por las siguientes actitudes: Cuidar a nuestros voluntarios y las personas en riesgo, quedándonos en casa, pero estando atentos a cualquier necesidad de los sectores de riesgo.
Se suspendieron las actividades en todas las Cáritas parroquiales, aunque se mantuvo atención mínima. También se suspendió la atención del Hogar de Tránsito Nazaret. Reforzamos la comunicación con las comunidades de la Diócesis, estando atentos a las nuevas realidades en cada lugar.
Articulamos especialmente con el Estado local, intentando que desde cada Cáritas parroquial se trabaje en red con todos los actores sociales del lugar. Somos conscientes de que no podemos resolver todo, ya que es un momento oportuno para vivir la corresponsabilidad de toda la sociedad.
Actualizamos la base de datos de cada Cáritas, para proyectar en el tiempo la asistencia en alimentos de acuerdo a las donaciones provenientes de Cáritas Nacional.
Se priorizó el acompañamiento espiritual por medio de las redes sociales, esto es un desafío muy actual para sostener a nuestros voluntarios, animando y fortaleciendo las acciones de comunión y subsidiariedad en cada comunidad.
Fortalecimos el diálogo permanente con los sacerdotes de las comunidades que pueden presentar más dificultades, sabiendo que ellos están ahora más que nunca al frente de las Cáritas.
Mantenemos la comunicación fluida con las Cáritas de las Diócesis que conforman la región litoral y con Cáritas Nacional, para seguir definiendo criterios y acciones; compartiendo preocupaciones y nuevos desafíos.
Se mantiene la presencia de la Iglesia Católica en la mesa del Consejo Consultivo Social de la Ciudad de Rafaela, con el fin de coordinar y potenciar las acciones solidarias, y no multiplicarlas.
Articulamos con la pastoral juvenil de la Diócesis, para integrar jóvenes a los servicios parroquiales, en los casos que sea oportuno y se requiera.
Hemos asistido durante este mes con alimentos y elementos de limpieza a cinco comunidades de la Diócesis. Estas donaciones fueron recibidas de Cáritas Nacional.
En las comunidades el Estado local está trabajando en la asistencia y contención de la población.
Las necesidades que se vislumbran son las siguientes: Promoción del trabajo, de oportunidades laborales, de contención personal, social y comunitaria ante los efectos de esta pandemia. Preocupación por aquellas personas que al vivir en condiciones desfavorables y de hacinamiento, no cuentan con la posibilidad de llevar adelante el aislamiento social. Aún cuando el Estado está organizando refugios y lugares de aislamiento.
Preocupación por las Familias que vivían sostenidas económicamente por un trabajo informal, y que hoy se ven imposibilitadas de salir a trabajar. Así también aquellas familias que ganan su sustento diario a través de actividades productivas, y que hoy se ven sin ese ingreso.
Cáritas Nacional está teniendo una presencia fundamental en este tiempo, gestionando y activando donaciones para todas las Diócesis del país. Las realidades diocesanas son diferentes, como también las acciones que cada una lleva adelante.
En la Diócesis de Rafaela seguimos trabajando para el presente y el «después» de esta emergencia; no queremos quedarnos solamente en el aspecto asistencial, sino que nuestra acción esté siempre orientada hacia la promoción humana. El desafío es ser creativos para organizar la caridad de la mejor manera posible, respetando las restricciones que nos piden las autoridades. Nadie se salva solo, debemos articular con otros miembros de la comunidad la ayuda y la asistencia.
Fuente: Diario Castellanos