Dios de la vida y del amor,
Padre de todos los hombres,
lleno de ternura y de misericordia, te encomendamos,
a quienes murieron en el campo de batalla,
a quienes al volver, no encontraron motivos para seguir viviendo,
a quienes quedaron heridos y enfermos,
a quienes con su empeño se integraron a nuestra sociedad argentina, todavía deudora de cuidado y protección
para los excombatientes, a todas sus familias
y las comunidades de las que forman parte.
Regala a nuestros corazones tu Espíritu Santo,
para construir en este tiempo:
días de paz y de justicia,
de libertad y de fraternidad universal.
Amén.