Catecismo – Efectos admirables de la palabra y del poder del Redentor

98. Comúnmente, después de sus discursos, le presentaban enfermos de todas clases: mudos, sordos, tullidos, ciegos, leprosos, y El a todos les devolvía la salud. No sólo en las sinagogas iba derramando sus gracias y mercedes, sino encualquier lugar donde se hallaba, en presentándose ocasión, socorría a los desgraciados que en gran número le llevaban de toda Palestina y regiones comarcanas, esparciéndose hasta la Siria la fama de sus milagros. Llevábanle especialmente poseídos del demonio, de los cuales había no pocos en aquel tiempo y Él los libraba de los espíritus malignos, que salían gritando:¡Tú eresel Cristo, el Hijo de Dios!

99. Dos veces, con unos pocos panes milagrosamente multiplicados, dejó hartas y satisfechas a las turbas que le seguían por el desierto; a las puertasde la ciudad de Naím resucitó al hijo de una viuda que llevaban a enterrar, y poco antes de su Pasión resucitó a Lázaro, que hedía ya en la sepultura, pue sera muerto de cuatro días.

100. Infinito es el número de milagros, muchos de ellos famosísimos, que obró en los tres años de su predicación, para demostrar que hablaba como enviado de Dios, que era el Mesías esperado por los Patriarcas y vaticinado por los Profetas, que era el mismo Hijo de Dios. Tal se manifestó en su transfiguración por el resplandor de su gloria y por la voz del Padre que se proclamaba su Hijo muy amado. A la vista de, tales milagros, muchos se convertían y le seguían, muchos leaclamaban y alguna vez le buscaron para hacerle rey.

Extraido del Catecismo Mayor de San Pio X

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