Escuchábamos hoy en el Evangelio:
Viernes 8 de marzo † Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9, 14-15
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: « ¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?»
Jesús les respondió: « ¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.»
La cuaresma es un caminito. Obvio… la vida es camino. Pero te vas a ir dando cuenta a medida que pasan los días, que así como en el adviento se nos iba ayudando a que lleguemos a la Navidad deseando que venga Jesús a nuestras vidas. De la misma manera en estos 40 días todo está espiritualmente pensado para que mirando tanto amor de Jesús por nosotros, nos demos cuenta que tenemos mucho para cambiar y pedir perdón, por eso es camino de conversión, es camino de reconocer que nos alejamos de Jesús y siempre es necesario volver.
Entiendo y sé muy bien que hablar hoy de ayuno es complicado. Algo del evangelio de hoy nos dice concretamente sobre el ayuno, algo sobre ésta práctica milenaria de la Iglesia. No está de moda y a veces, nosotros los sacerdotes, para que no suene muy duro preferimos hacer como si Jesús hablara de algo que ya no va o preferimos hablar de cosas que ya no existen, o finalmente elegimos hablar de otra lectura. Pero como te dije varias veces hay páginas del evangelio que no se pueden arrancar y hay palabras de Jesús que no podemos hacer como si no existieran. Siempre se pueden encontrar excusas o argumentos para decir que en realidad Jesús se refiere a otra cosa, pero sería bueno hacer el camino inverso, escuchar lo que dice, confiar en que es verdad y es bueno para nosotros… y partir de ahí tratar de vivirlo con el espíritu en el que fue escrito.
Creo que a veces simplificamos tanto, pero tanto ciertas enseñanzas del evangelio, que terminamos por dar un mensaje acuoso, diluido y sin consistencia, como dice el Papa Francisco, “licuamos la fe”, que al final no atrae a nadie, porque nada nos diferencia de aquel que no cree en Jesús. Vas a escuchar por ahí que el ayuno es algo puramente espiritual, debe ser del corazón, algo que no toca el cuerpo y por eso se dice: hay que ayunar de nosotros mismos, hay que ayunar de las cosas que nos alejan de Dios etc. Podés reemplazar el ayuno por otras cosas. Está bien y es verdad, al fin y al cabo el ayuno no es la privación por la privación misma, sino la privación para el encuentro con Jesús, para la comunión con Él. Esto es obvio. Pero… ¿cómo llegamos a eso si no empezamos por lo básico? Pensemos en esto: Por simplificarlo y por tener miedo a hablarle a una sociedad que devora de todo y en todo momento, por querer hacerlo atractivo, lo hemos complicado y lo hemos vaciado de contenido. ¿Por qué? Porque no se puede dominar nuestro espíritu si no aprendemos a dominar lo más básico de nuestra existencia, la comida. Y entonces cuando escuchás a alguien que dice: en vez de comer menos carne, o de comer menos, o dejar de comer, mejor es que ayunes de tu lengua, mejor es que hables menos, etc. En el fondo es una simplificación y una desviación que termina por hacer que no podamos hacer ni una cosa ni la otra. Con sinceridad ¿Si a veces no podemos dominar nuestra boca para comer, crees que va a ser posible que domines tu boca para hablar? Por simplificarlo, lo hicimos más complicado. Somos unidad, cuerpo y espíritu y lo que toca el cuerpo toca el corazón y viceversa. Pero el corazón aprendemos a educarlo también desde nuestra exterioridad, desde nuestro cuerpo.
Hoy me pregunto: Si en toda la historia de la salvación el ayuno fue una práctica liberadora, si todas las religiones lo practican, si Jesús mismo ayunó y habló del ayuno recomendándolo, si en toda la historia de la Iglesia se ayunó, ¿Porqué hoy le tenemos tanto miedo? ¿Por qué nos empeñamos tanto en barnizarlo? ¿Por qué tantos dicen que no es necesario? ¿Por qué no confiamos en las palabras de Jesús y en las de la Iglesia, en la de los santos y por qué no también en las de la Virgen que en tantas apariciones nos siguen invitando a ayunar? Creo que es para pensar porque los católicos a veces hemos perdido el don de saber y aprender ayunar con el cuerpo para saber ayunar con el corazón.
Alguien me preguntó una vez: “Padre, ¿Cuando Jesús habla del ayuno es literal?” Y sí, la verdad que sí. No pude responderle otra cosa. Nunca usa Jesús una imagen para hablar del ayuno, sino que habla del ayuno. Nunca dice: bueno, hagan como si fuera que ayunan, ayunen… pero con el corazón. Jesús habla del ayuno real, de la privación voluntaria del comer para poder encontrarnos con Él. El ayuno hoy tiene sentido, porque Jesús “nos ha sido quitado”, no está físicamente con nosotros. Jesús está presente por la fe en la Eucaristía y en los demás, pero para poder encontrarlo es necesario alguna vez aprender a renunciar a lo más básico para entrar en comunión con Él hasta que vuelva definitivamente. Por eso también el ayuno necesario antes de recibir la Eucaristía. Cómo signo de que Él es el verdadero alimento. Es como decir, quiero vaciarme de lo demás para percibirte y dejar que entres en mi corazón. El ayuno nos conecta con nosotros mismos y nos abre a los demás, a Jesús, porque evita que nos esclavice lo más básico de nuestra vida, si lo hacemos por amor. El que come bien se comunica bien con los demás. El que se sienta a la mesa a devorar todo, es el que no sabe levantar la cabeza para mirar y dialogar con los demás. Probá ayunar realmente, con amor, de corazón. Como Jesús quiere y no como los fariseos. Probá ayunar y dar tiempo o algo a los demás. Probá ayunar y ser dueño de tu propia voluntad. Probá ayunar sin que nadie se dé cuenta. Probá vivir esta recomendación de Jesús con verdad sin aguarla sabiendo que la comida es un bien necesario, pero no absoluto, porque no solo de Pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de su boca.
www.algodelevangelio.org
@algodelevangelio
p. Rodrigo Aguilar